martes, 21 de septiembre de 2010

ABRAZANDO LA NADA

Abrazando la nada,
extraño la delicada
tibieza de tu cara
en mi hombro apoyada.

Una férrea angustia;
una triste ilusión burda.
Deseos que nunca burlan
la realidad tan dura.

Racimos de olvido
que en lagar exprimidos
hacen el amargo vino
que nubla mi destino.

Pero ya no habrá vacío:
sólo nuestro nido
será refugio tibio
como sol de estío.

Curarás mis días
con suaves caricias
y tu voz de brisa
refrescará mi vida

Y juntas nuestras manos
serán ramas de un árbol
que crecerá en el campo
de los sueños realizados